A este chupito invito yo

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9/3/13

Un día cualquiera.


Un día gris, vino hacía mí y tomó aire para decirme el discurso que sabía que se había estado preparando desde que no le respondí a su último “te quiero”:

-¿Sabes cuál es tu problema? Que siempre buscas perderte en alguien desconocido para hundirte un poco más. Que te encanta poder sufrir porque sólo así sabes escribir, que tus palabras están envenenadas por las lágrimas que decides buscar en corazones rotos que no son capaces de amar. Huyes de la felicidad porque nunca supiste valorarla y prefieres un corazón roto que puede hablar de experiencias para rellenar esos textos que consiguen salvarte de ti misma a conocer lo que es la alegría de despertarte con un te quiero sincero. Te cierras cuando alguien consigue llegarte demasiado adentro y en vez de bordear la muralla te gusta intentar derribarla con tus propias manos. Vives de tus cicatrices y cuando ves que están a punto de curarse te las arreglas para que vuelvan a sangrar. Buscas que te quieran pero tú no eres capaz de hacerlo, porque estas tan acostumbrada a los altibajos de tus sentimientos que no sabrías como actuar si te pasase algo bueno.  Estás tan metida en ti misma que no dejas que nadie te salve y arrastras a quien lo intenta a tu mundo de estúpidas frases que te dan más calor que los abrazos que recibes.  Tu problema es que estás vacía, sola y no te importa. Has aceptado esta forma de vida y ya no hay quien te ayude a volver a llenar tu sonrisa de algo que no sea miedos y palabras. Y me he cansado de todo esto, de quererte de una manera que para ti no es suficiente. ¿Quieres drama, algo sobre lo que poder escribir cuando me vaya por esa puerta y no vuelva? Pues aquí lo tienes. Que te vaya bien escribiendo sobre amores en vez de vivir uno por una puta vez en tu vida. Te crees tan especial que nadie merece tu cariño, me parece jodidamente perfecto. Allá tú y tus pensamientos y esa mierda de cuaderno del  que nunca te separas. Suerte buscando a alguien que sepa darte lo que tanto necesitas, porque yo no puedo. Estoy harto de ser tu puta marioneta.

Me miró tan perdido que no pude evitar pensar si yo sería la causante de las ojeras que tenía bajo esos ojos que parecían tener al mismísimo cielo ahí metido. Había tanta desesperación en su voz cuando terminó de hablar que tuve que volver la cabeza porque su mirada quemaba mi garganta. Sabía que estaba esperando esas palabras que podrían cambiarlo todo y hacerle más feliz. A él que siempre me había mirado como si nunca hubiera visto algo tan bonito. Él, que se merecía mucho más de lo que yo podía darle.

Abrí los labios para responderle pero parecía que me hubieran arrancado la capacidad del habla, como si mi voz se hubiera desvanecido como sus esperanzas de seguir conmigo. Intenté recordar como podías forzarte a ti misma a hablar cuando solo escuchabas una vocecita que te decía que callaras, que ya estaba todo perdido. Siempre me gustaron los casos perdidos me admití a mí misma mientras me acercaba a él. Intenté decirle con la mirada todo lo que se me había quedado atascado en la garganta y parecía no querer salir, pero sabía que esta vez no bastaba. Sabía que si lo decía, me agarraría de la cintura,  me acercaría a él y me susurraría con esa voz raspada y tan sexy que tiene que me necesitaba aunque fuera una gilipollas la mayor parte del tiempo. Que me sonreiría marcando esos dos hoyuelos que se le forman cuando me ve y los llenaría de disculpas susurradas bajo su mandíbula.

-Lo siento.

Fue lo único que pude decirle.

1 comentario:

  1. Sin duda increíble, no tengo palabras, has conseguido que me emocione. Me veo reflejada en cada una de las palabras que has escrito en esta entrada (triste).
    Tienes un espacio maravilloso que más de una vez es capaz de emocionar y hacer que se te erice el vello, genial.
    Me ha encantado.
    Un beso grande. <3

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