A este chupito invito yo

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27/6/13

De guerras y café va la cosa.

Tengo aquí presente, acumulado en un gran revuelo, la lógica que cogió vacaciones aquel día que me sonreíste. Realizó una lista ilegible de todo aquel razonamiento que decidí tirar por la ventana cuando te devolví la sonrisa. Incluso, como buen contrato, tiene la letra pequeña avisándome de todas las trampas a las que voy a someterme-y eso que ya estoy hasta el cuello- y exigiéndome algun que otro resultado que no podré rechazar. Tiene voz propia, cada palabra es susurrada por la conciencia que decidió que era demasiado fácil abandonarme y en las noches se cuela entre mis sábanas para hacerme compañía

cuando deberías ser tú.

Me explica con la voz demasiado dulce (esa que se utiliza para las malas noticias) que mi autoengaño va a llegar a su fin. Se burla de mi sonrisa tachándola de ilusa y me regala un punto de vista que nada tiene que ver con mi realidad. Recita todo aquello que creo conocer exigiéndome un poco de cinismo en el asunto y se adueña de mis sentimientos revolviéndolos hasta crear el caos. Me pregunta por qué si estando bien, sigo pensando que (me) estoy fallando y rebusca todas las dudas que se encuentran esparcidas por mi cabeza para unirlas y crearme un insoportable boceto. Y cuando parece convencerme de aquello que en un principio me parecía una desfachatez pensarlo, me grita inepta. Evoca esos motivos que antes pisoteó con un nuevo planteamiento y cuando la duda se vuelve problema y el problema no tiene solución posible, se marcha. Me deja en las trincheras sin saber si quiera que bando acoger, dejando a mi merced una guerra que hace mucho tiempo que se dio por perdida.

25/6/13

De rebujos y tapujos pintó la madrugada.

La dejó a medias, con una carrera desde la cadera hasta el corazón. Con descosidos tan vulgares como las bragas que en su día le bajó. Intentó arreglarlas con el hilo de un par de pensamientos que a su juicio debían ser correctos y con la misma hipocresía que la abrió intentó cerrarla. A besos, con el bálsamo de un par de losientos intentó rellenar el y medio que le faltaba (y ni siquiera pudo superar el y cuarto). Pero en la noche, cuando todos los gatos son pardos y los silencios más que asfixiar arden, descubrió aquello que tanto había intentado negar.

Se arrancó el intento de futuro que dibujó en su costado y terminó con todo aquel destrozo que intentaba cicatrizar en su piel. Por proporción, hubiera sido más fácil dejarse rellenar absorbiendo cada palabra que le dedicaba (y  las que callaba pero ella pensaba que oía), que quitar los tres cuartos de cutre amor que le obsequiaba, aun sabiendo que se asemejaba más a una mentira. 

Sin embargo, sabía que por más llena que estuviera no conseguiría cambiar como se sentía. Porque hoy en día querer es algo tan obvio y fácil, que nadie siente. Y reconstruir algo se logra con un par de propósitos bien planteados, con bonita letra y despacio. Pero al final, solo queda una persona satisfecha por su logro y la conciencia de otra que, de tanto aguantar engaños, deja de funcionar.

 Hay personas que, por mucho que lo intenten, nunca serán capaces de querer a otra-.

Se pregunta qué dolerá más: el saberlo y seguir callada o el mentirse a sí misma y pensar que siempre será su excepción.

23/6/13

Cuando no se tiene nada, solo se puede crear. Y devor(arte) sería un buen comienzo.

Qué voy a decirte, si estos dedos de tanto recorrer tu piel ya escriben solos, aunque me han contado entre berrinches que preferirían trazar en tu espalda siguiendo los lunares que tantas veces marqué para no perderme (ya sabes que nunca tuve muy buena orientación). Y eso que más de una vez escalé tus hombros y, desde la cima de tu sonrisa, miré a todos los miedos y rencores que se habían caído por el camino. Aun así siempre me desoriento entre mordiscos y besos, como si mi cuerpo se rebelase contra mi razón (como lo hacen estas manos que solo saben hablarte). Debería irme y no volver y que en mi ausencia encontrases eso que pareces buscar en mí y que me está matando. Tendría que taparme los labios porque poco importa hacer oídos sordos o ajustarse al ojos que no ven, corazón que no siente si luego vuelvo a nombrarte. 

Eres todo lo que no debería tener y aun así quiero-.

 Mi perdición la escondí en uno de tus hoyuelos, estancado junto al  lo siento de aquella vez que callé demasiado y tú me oíste. Y mi cintura parece desentonar si no está entre tus brazos, como este vestido que parece gritarte que no se quita solo. Lo dejo todo, incluso los suspiros que aspiré por miedo a que te los llevases. Como aquella vez que me robaste, maldito cabrón, hasta el aliento. Lo regalaré a cualquier sonrisa triste y empezaré de cero. Sin embargo siempre juego con ventaja, ¿se puede perder algo que ni siquiera sabes si es tuyo? Debería decirte que suelo responder un no tan rotundo que incluso me sorprendo... pero entonces te veo, y me miras. Y la única respuesta que encuentro viene de una pregunta totalmente distinta. 

Nadie encuentra la felicidad, porque vive escondida en tu sonrisa cuando me miras.

Luego, silencio. Me recuerdo a mí misma salvarme algún día pero siempre encuentro un motivo para ahogarme entre tus sábanas. 

(y que le jodan a los salvavidas,
 la vida es más divertida-y placentera-
si se vive por aquello que algún día lamentarás
pero ahora te saca una sonrisa)

16/6/13

Un regalo por cada estación.

Está olvidada. Cuenta sus errores al final del día y suspira creyendo que su aliento podrá barrerlo como las palabras que siempre calla y regala a aquellos grillos que le dedican canciones todas las noches de insomnio. Se adueña de los silencios que los demás desperdician y ha creado su propio reino entre las 2 y 3 de la madrugada. Nunca sigue un patrón a la hora de ser sincera con ella misma. Le encantaría cortar la tela que envuelve sus bonitos ojos y hacerle un vestido ajustado a su conciencia. Qué menos que esté preciosa, si tiene como trabajo perseguirla incluso cuando decide esconderse de ella. Utiliza las mismas tijeras con las que cortó ese vicio que eran las causas perdidas y usa el hilo que en su día le prestaron para atar promesas que nunca llegaron a cumplirse. Y aunque sabe que debería utilizar el dedal para dejar de dañarse, nunca llega a ponérselo porque sabe de primera mano que poco importa las barreras o corazas que te construyas si alguien está dispuesto a destruirte.

Tiene un pequeño armario solo para ella. En las noches frías de invierno, la viste con tonos cálidos ya que no tiene su abrazo para resguardarla. En primavera le deja su pintalabios rojo para que vaya a juego con la sangre que le arde cuando recuerda el roce de su piel. Y en otoño le presta la lluvia para lavarle la tristeza que la acompaña los días grises. Hoy, sin embargo, a pleno verano, le ha diseñado un traje negro.

Está de luto.

Llora por esos labios apagados de no recibir besos y cortados por los comentarios afilados que se guardó. Solloza la muerte de las ganas desvanecidas cansadas de esperar su retorno y por todas aquellas veces que decidió cambiar y se estancó una vez más entre los pliegues de su propia falda. Lamenta el rizo de dudas que ningún peine pudo desvanecer y siente lástima por aquellas noches que intentó disfrazarse para jugar al cuento de "érase una vez una vida ficticia que destronó a la realidad" cada vez que, en vez de resolver un problema cerraba los ojos y lo hacía desaparecer.

14/6/13

Quítame las dudas con la misma facilidad que las bragas.

-Me dijo que me quería
-¿Y luego qué pasó?
-Nada.
-¿Cómo que nada?
-Se fue y nunca volví a saber de él
-Estas de coña ¿no? ¿Y tú que hiciste?
-Me fumé un cigarro.
-¿No lo llamaste ni lo buscaste para pedirle explicaciones?
 -Haberlo hecho hubiera significado zanjar el tema para siempre y no podríamos volver a vernos con el pretexto de terminarlo.
-¿Y no hubiera sido más fácil que no se hubiera ido?
-Llegué a su vida diciéndole que le odiaba, me pareció justo que se marchara de la mía queriéndome
-¿Y ahora qué vas a hacer?
-Seguir con mi vida al igual que él seguirá con la suya y un día cualquiera me buscará y besará antes incluso de poder susurrar su nombre.
-¿Cómo estás tan segura de eso?
-Lo sé, porque fui yo quien apareció con una botella medio vacía y un cigarro lleno de carmín reprochándole no haberme encontrado antes. Y eso que ni siquiera me conocía...
-¿Y ya está? ¿Esa es la explicación que vas a darme? Como tú te presentaste y él se marchó piensas que algún día volveréis, ¿no?
-Me buscará como debería haberlo hecho la primera vez en vez de jugar con el azar. ¿Y sabes por qué? Porque en cualquier momento se palpará el bolsillo y leerá el adiós que intentó pasar por alto.
-Ibas a dejarlo antes de que te dejara a ti ¿no?
-Que va, le proporcioné la excusa que necesitaba para volver. Se fue porque sabría que yo, de algún modo, haría que me quisiera, una vez más.

12/6/13

Cuando la mentira es lo que nos sostiene, ¿no se convierte en nuestra propia verdad?

-¿Que qué es lo que quiero? Quiero que me quieras.
-Pero eso ya lo hago...
-No, créeme. Tu solo sabes destruirme.
-¿Y quién decide que mi forma de quererte no es lo suficientemente buena?
-Mi corazón, que amenaza con marcharse si vuelve a romperse.
-¿Y se puede saber cuándo te lo he roto?
-Cada vez que me dices que me quieres.
-¡Pero eso es absurdo! No tiene ningún sentido.
-Lo tiene cuando las palabras vienen de unos labios que solo saben pecar de incertidumbre. Y lo peor es que ni siquiera te das cuenta de que estás matándome.
-Siempre es la misma historia, ahora resulta que estoy planeando tu homicidio cada vez que abro la boca ¿qué más quieres que te diga para que lo comprendas? Que te quiera... como si no lo hiciera siempre
-Siempre es demasiado tiempo, incluso para nosotros.
-Ni siquiera sé si existe realmente un nosotros, joder.
-¿Lo entiendes ahora?
-Nunca lo hago cuando se trata de ti.
-Nunca vas a ser capaz de quererme porque nunca seré aquello que estás buscando.
-Y si estás en lo cierto... ¿qué haces todavía aquí?
-Intentando convencerme de que puedo cambiar(te).

10/6/13

Ven y dame todo lo que me debes, que empieza a ser demasiado.

Te escribí un poema. De esos que dejan la piel de gallina y el alma abierta. De los que son susurrados al ritmo del bombardeo de un corazón (y que siendo el mío cuando estás cerca, formaría un terrible trabalenguas).
Tardé una noche de tres cafés bien cargados y demasiados cigarros en el cenicero y, aun así, no supe terminarlo. Lo dejé a medias para formar el y si... que tanto nos caracterizaba. Pensé en mil y un formas de acabarlo y desistí dos mil veces. Si de finales se trata qué menos que sea con un beso, pero aun no he aprendido a rozarte escribiendo y te juro que lo intento. Desistí al igual que renuncié a controlar las ganas que tengo siempre de explicarme, de decirte que no he visto cosa más bonita que tu sonrisa despertándose (y el baile de tus pecas... eso ya es historia aparte). Que aquí me tienes una vez más dedicándote incluso sabiendo que esto es más por mí misma (suelo encontrarme mejor una vez exploto (tu espalda está de testigo) y me abandono, como me pasa siempre que agarras mi cintura) que por ti y aun así me faltan palabras para describir lo hijo de puta que me pareces por haberme robado incluso lo que no tenía. Y es que rompes todo lo que tocas, cariño, y mi pecho empieza a quejarse de las bandadas que le da cada vez que susurras mi nombre. 

Te escribí un poema. De esos que no terminas porque sabes que ningún final es demasiado bueno.
De los que acaban en mitad de una frase, como cada vez que discutíamos y me silenciabas...

a besos
a versos
quitándome el aliento
burlándote del silencio
regalándome suspiros,
recordándome lo mucho
que

¿Ves? No sé  hacerlo.


7/6/13

Te cambio este "lo siento" por ese punto y aparte.

Traficaba con palabras porque creía entender en ellas la razón de las personas. Esnifaba cada punto y aparte que no le convenía y se colocaba con esas comas que separan palabras que (a su juicio) nunca debían estarlo. Vendía las promesas a cambio de un poco de irrealidad y aseguraba que valía la pena perder unas pocas ilusiones por soñar despierta un par de minutos. Y aquí está ahora, en quiebra porque no puede comerse el mundo como ella quiso siempre. Rogando por vender ese punto y final que parece estar inscrito en su piel, deseando poder seguir su historia. Empapada de desolaciones buscando un vendedor que se apiade de su maltrecho corazón y le venda un par de ¿y  por qué no? para intentarlo una vez más. Pero incluso ella sabe que ese negocio no es tan fácil como aparenta, que son demasiado fáciles de robar y que pueden destruir aquello que tocan. Lo sabe porque, sin darse cuenta, se fue rompiendo poco a poco al intentar sobrevivir a base de frases ajenas. Llegó un momento que poco importaba el lenguaje de éstas, si conseguían tranquilizarla y reconstruirla un poco aunque fuera aparentemente. Incluso rogaba por un par de paréntesis que le aclarasen por qué cuánto más se alimentaba de ellas más hambre tenía. Tiene su gracia, sin embargo, porque antes ansiaba poseer cada una de ellas y ahora solo busca el silencio para intentar empezar de cero. Y lo que no comprende o no quiere entender, pobre chiquilla, es que el silencio destroza mucho más que todos esos términos de los que intenta huir.

Feliz cumpleaños corazón.

Que no hay nada mejor que un amor de verano, me dijeron el otro día. Y lo que no comprendieron es que eso no es nada comparado con la felicidad de una amiga. Que vale más un gracias de ella, que miles de tequieros susurrados un día cualquiera. Que un abrazo suyo vale más que cualquier palabra dicha, escrita o gritada. ¿Qué mejor sensación existe que la sonrisa de ella después de verla llorar? Que alguien me explique por qué parece el mundo estar pidiendo un simple amor fugaz, en vez de un hombro en el que llorar en cualquier momento. Todavía no entiendo por qué se dedican tantas canciones, libros y películas a amores que duran tan poco pudiendo hablar de la amistad que, después de peleas, gritos y lágrimas sigue estando ahí cuando es necesitada. Y es que, joder, por mí el mundo puede caerse a trozos si luego estarás tú allí para reírte de su destrucción. Burlar el tiempo contigo es más divertido que contar los meses de pequeñas dosis de felicidad en las que, tarde o temprano pasarán a ser razones para llorar. Que fuiste tú quien me ayudó a volver a sonreír, la que estuvo ahí pare centrarme, la que se comportó como una madre para que volviera a importarme algo aunque fuera un poquito. La que me dio una bofetada cuando lo que necesitaba era sentarme y esperar a que algo sucediera y la que se rio de mí y de mis fallos hasta sacarme una sonrisa. Con la que he pasado los peores momentos y los mejores. Que no es lo mismo si no comparto mi felicidad contigo y que, joder...

(...)Es que te veo tan frágil cuando se trata de él aunque te las des de durita que no puedo evitar querer protegerte de todo.
-Sí, parece ser que hay personas especialistas en romperme.
-Pero yo te reconstruyo cada vez que ocurre...
-Cierto, y por cada trozo que pegas me haces más fuerte.
-Y cada vez que te quiebras yo me vuelvo más rota.
-Dime que yo te ayudo, aunque sea de manera indirecta, a recomponerte
-Cada vez que me llamas puta.
-Vaya... ¿y cuando te sonrío y eso nada? Que original eres...
-Si me estás llamando rara, ¿qué esperabas? soy tu mejor amiga.
-Cierto y aún me sigo preguntando por qué.
-Es sencillo: porque eres la persona con más corazón y pervertida del mundo.
-Y por mis tetas ¿no?
-Por eso también.

Teniéndote a ti... ¿qué más podría pedir? Que mis tonterías no serían lo mismo y que ver tu felicidad al ver la mía propia es una de las mejores sensaciones del mundo.

5/6/13

Guardé nuestro punto y final en la punta de la lengua para no recordarlo nunca.

Quédate el resto de esta fría noche,
que en tu triste ausencia
se asemejaría más
al peor de los inviernos existidos.

Y háblame de esa suerte,
que parece llevar inscrito tu nombre
que me hace enorgullecer cada instante
de la mirada que me dedicas.

Que si quieres, puedo olvidar
hasta quedarme vacía,
y solamente oír a la lejanía
el eco de mi nombre en tus labios.

Y puestos a abandonar,
lo dejo todo en este mismo instante
con la esperanza de que en la nada
me encuentre cuando te busque.

Quédate esta noche
que mañana echaremos cuentas al mundo
que ahora mismo el único cálculo
que quiero hacer es
 los versos escritos en tu espalda
 más las ganas que te tengo.




3/6/13

De amores y otras necesidades.

Que qué es el amor, me preguntó mi hermana pequeña. Me pidió que le explicara por qué escribía tanto y porqué sonreía al terminar si a veces solamente hablaba de cosas tristes. Y en su inocente respuesta entendí que, mientras yo le había leído en voz alta algo que para mí no tenía ese trasfondo, ella había sido capaz de verme como casi nadie había conseguido. Le comenté que escribía porque no sabía hablar,

(-¿y entonces que estás haciendo ahora mismo?
-Callar.)

y que al igual que otras personas conseguían tranquilizarse o desahogarse haciendo ejercicio o comiendo, yo solamente escribía

(-¿y todo el mundo puede hacerlo?
-Por supuesto, solamente hace falta sentir algo que quieras reprimir para no decirlo en voz alta o que quieras soltar porque se ha vuelto demasiado grande.
-¿La imaginación no cuenta?
-Cierto, y un poco de desamor nunca viene mal.)

Le hablé de sentirse un poco menos vacía por cada espacio que pulsaba y el alivio que experimentaba al terminar sin saber qué acababa de camuflar entre mis palabras exactamente. De palabras que pueden erizar la piel o hacerte llorar y de puntos y aparte que creen ser puntos y seguidos. De comas cuando lo mejor sería un punto y de aquella manía con poner puntos suspensivos cuando solamente era necesario un par de paréntesis para aclarar.

(-¿de qué estás hablando ahora?
-De las cosas que terminan aún sin haber empezado y de las que tienen segundas partes cuando lo que necesitaban era un final)

¡Y sobre el amor! Sólo pude decirle que todos hablamos de él y escribimos en su nombre sin saber si quiera qué es exactamente. Le dije que amor eran sus besos de buenas noches, la preocupación de una madre, el abrazo de unas amigas. 

(-¿Cuidar del hámster también es amor?
-Por supuesto)

Le intenté transmitir que no solamente tener una pareja o una familia era amor, que abarcaba mucho más de lo que parecía y que cualquier cosa podía serlo si transmitía algo de ternura o felicidad en aquellas personas que lo veían/tocaban/sentían.

(-Eso es un poco paz y amor.
-No creas, también hay amor en un corazón roto o en las sonrisas vacías.)

Le hablé de los libros y películas que te hacían transmitir sentimientos e ilusiones aun sabiendo de primera mano que nada ocurre como hacen vernos en ellas. De canciones que eran capaces de describirte incluso cuando tú no tenías idea de lo que te ocurría y de textos que parecían estar dedicados hacia tu persona de completos desconocidos.
(-¿Las personas que son malas pueden sentir amor?
-Algunas personas creen que no son capaces
-Y tú... ¿qué piensas?
-Yo creo que el amor no es siempre felicidad, que las personas malas sienten un amor destructivo: que en vez de arreglar las destruye, que en vez de dar felicidad, te hunde. Puede que a lo mejor, tengan una forma distinta de amar algo o a alguien que a nuestros ojos es incorrecta, pero no significa que no sientan.)
-Sigo sin entender muy bien qué es el amor.)

Le sonreí le di un beso y antes de apagar la luz me levanté y le respondí:

(-Por eso es por lo que todos quieren hablar de él, las personas intentamos hacernos dueñas de aquello que no comprendemos para sentirnos más seguros.)

Por supuesto, ella no entendió mucho de lo que hablamos esa noche ni yo misma entendí muy bien lo que intentaba explicarle. A día de hoy todavía busco la respuesta correcta a su pregunta para saciar su curiosidad... y la mía propia.



2/6/13

Daría un par de años, por un minuto más.

Qué alegría estar aquí, en la esquina de tu espalda,
una vez más.
Que le jodan a todas aquellas personas que aseguran 
 que las ataduras son perjudiciales
sin haberte (re)conocido por las mañanas.
Y es que no me queda otra que admitir, 
aunque sea a regañadientes,
que nunca me sentí más libre 
que encarcelada a tu cama.

Si fuera por mí, pediría cadena perpetua,
porque me autodenomino, 
sin derecho alguno,
presa de tu sonrisa.
y ruego a quien quiera escucharme,
poder encontrar de algún modo
mi penitencia escondida en tu pecho
y mi calvario entre tus manos.

Que no hay coartada, ni palabras que decir en presencia de mi abogado,
que por primera vez desde que se escribir unas míseras líneas,
me has dejado muda.