A este chupito invito yo

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12/12/14

Tiene quince primaveras en cada hoyuelo, y un vendaval detrás de su sonrisa.

Es el eco del te quiero que nunca dije
la sal que siempre me dio miedo echarme
por si detrás de tanta herida
solo hubiera un desierto demasiado húmedo
para aguantar más lágrimas.

Es el oasis del que todos hablan,
y que, sin embargo, ni siquiera existe.

Dicen que es la primavera en carne y verso
que es capaz de marchitar
y revivir a su antojo
según el color de sus ojos cuando se levanta.
A veces hiere
y otras besa.
- que llega a ser lo mismo-

Es el cabecilla de los cien que,
al escucharlo,
decidieron largarse
en busca de aquella libertad que no conocen
pero que en sus labios
suena a casa.

Es la razón por la que a la h la llaman muda,
El sentido de la risa
de la prisa que acaba siendo calma
de las ganas que se vuelven ansia.
Es vida.
Poesía, musa y poeta.

La razón para no quedarse
y el motivo para no irse nunca.

13/11/14

No se puede llegar tarde si no sabes a dónde vas.

He pasado de coleccionar sonrisas a folios en blanco,
todavía imploro que se hagan los dormidos
cuando paso sin hacer ruido.
Hablan por sí solos, 
me miran desamparados por un poco de tinta
y las de mi piel hace tiempo que se agotaron
-del resto no queda nada-.

He colgado a mi musa
harta de acariciar su nombre mientras me daba la espalda.
Quise acabar contigo y solo tuve que herirme.
Me olvidé atarme los zapatos
y esta caída te la dedico a ti,
a sabiendas que no eres tú
quien la patrocina.

Decidí darme un tiempo
y me lo he tragado
creando así mi propio invierno.
He aprendido a andar de puntillas
desde que soy escarcha
y en vez de lágrimas
no soy más que granizo.
Hay nieve, en cada uno de mis lunares
tentando a tu sonrisa
para volverse agua
y acabar siendo océano.


20/10/14

Human

Todavía recuerdo cuando me soltó que se marchaba mientras me sonreía y me preguntaba cómo me iba la tarde. Siempre intenté entender el mensaje subliminal de su sonrisa. Todo un puto idioma escondido entre esos hoyuelos, esperando a ser descifrado. Algo demasiado bueno para ser compartido, como un gran secreto que solo ella podía cargar sobre sus hombros.

A veces te miraba con la cabeza ladeada- que no era lo mismo que cuando te veía- esperando impaciente a que comprendieras lo que (no) estaba diciendo. Y yo solo podía devanarme los sesos buscando la distancia que existía entre sus palabras y las mías para poder acortarla con pasos de gigante. Pero pocas veces encontraba el consuelo que ella tanto necesitaba- aunque ahora que lo pienso, era el mío el que tanto buscaba.

Hubo momentos en que creí ver un destello, como un reflejo, pero cuando me daba la vuelta volvía a ser ella otra vez.
O más bien, lo que dejaba que vieras.
Nunca lo dijo, pero estoy seguro de que se había olvidado de tanto ocultarse.
Se había abandonado a su suerte cuando ambos sabíamos que no creía en el azar.
Un día me dijo que el peor miedo que tenía no era que los demás la olvidaran, sino que ella misma lo hiciera.
Como si fuera posible no reconocerse ante un espejo.
Al parecer, tenía razón.

Me dijo que me necesitaba mientras me daba la espalda y yo solo pude fijarme en lo pálida que me parecía su nuca en contraste con el jersey que llevaba.
Lo cierto es que lo susurró tan alto que poco tenía de murmullo.
Y sin embargo la dejé ir.
A juzgar por cómo se encogió ante mi indiferencia ni siquiera llegué a entreverla un poco- lo que es mirarla lo hacía a todas horas-.
Una noche me aseguró que se sentía opaca cuando la observaban, que hubiera preferido mil veces sentirse invisible.

-¿De verdad existe algo peor que ser consciente de que te están mirando y sin embargo saber que no están viendo nada? ¡Y ellos asegurando que te conocen!
-La gente podría mirarte y ver a través de ti como si no existieras, ¿no te parece mucho peor?
-Mejor no existir para alguien que ser alguien que no eres a través de sus ojos.

Nunca pensé que fuera por mí, hasta que no volvió.

14/10/14

Dejé de regarme y te vi morir.

Él es ese frío
que se cuela bajo tu ropa
hasta taladrar las costillas
y que aguarda, tranquilo
a que tus suspiros se vuelvan humo
y tu corazón escarcha.

Es esa lluvia
que cala hasta los silencios
y te deja fría y mojada
en busca de un poco de calor
para equilibrar la balanza
-aun sabiendo que nunca será suficiente-.

Es la sonrisa
de quien sabe lo que es perderse
porque lo ha visto en ojos ajenos
saboreando la victoria
de quien conoce el poder
de hacer de alguien escombros
en menos de lo que dura
estas líneas.

Es la quemadura que produce
el hielo de sus hoyuelos
cuando se aleja a sabiendas
que has decidido no buscarle las espaldas
-las cosquillas, es pomada aparte-
porque sabe de la necesidad que siembra
y espera, paciente,
a que florezca.

27/9/14

54

Tengo versos dormidos en la lengua esperando a ser despertados por tu boca.
Que cobren vida como lo hacen mis manos cuando estás cerca
o estos nervios que aflojan al compás de los andares que voy marcando cuando me miras.
Tengo manías que preferiría no contar
que hacen que gire la cabeza y me muerda la lengua
con tal de no llamarme estúpida
por acabar en el mismo sitio de siempre
donde todo encaja
menos yo.
Que esto se desmadra
Y no tengo suficiente sal para las heridas que va provocando esta sonrisa.
A ver cuando atinas y me callas.

24/9/14

Nunca supe quien era, así que "ser la de siempre" me parece una completa gilipollez.

Hay veces que tú sigues y es la vida la que se encoge pidiendo un respiro, incapaz de seguir el ritmo.
Te paras un instante- que para ti casi es un siglo- e intentas explicarle que nadie va a darle la bocanada de aire que necesita.
Suspiras-porque todo lo que a ti te sobra es lo que a ella le falta- y aunque tienes un par de palabras perfiladas en la lengua que dejarían sin aire a cualquiera, decides reírte.
Despilfarras todo el oxígeno que puedes y te grabas un "esto te pasa por puta" en la sonrisa de medio lado que le dedicas.
Luego, ella consigue calmarse y te alcanza en un par de zancadas y todo vuelve a ajustarse a su medida.
El aire se vuelve más pesado, las heridas más grandes y tú más pequeño.
Como si ese desliz nunca hubiera existido.
Como si después de tu gran logro, nunca hubieras vencido.
Te escondes bajo su falda, como el niño travieso que quiere ser un hombre y luego llora cuando la herida de la rodilla le escuece.
Y ella, tan enérgica, empieza a dar vueltas sobre sí misma intentando despistarte para que vuelvas a perderte en los sitios de siempre, con la misma gente, pero siendo distinto otra vez.
Gira, risueña y en algunos de tus intentos por alcanzarla consigues rozarle la cadera, el pelo, las manos.
Pero ella se deshace con elegancia perdiendo el interés de manera casi insultante y te da la espalda.
Te abandona donde siempre, siendo más desconocido que nunca.

De excusas y disculpas estamos todos llenos.

Lo cierto es que hay ciertos días que el corazón te pide un respiro y los pulmones son los que comienzan a latir.
Y todo lo desenredado comienza a complicarse de nuevo hasta formar el mismo nudo que te ataste al cuello aquella vez que decidiste que ya era suficiente.
Suena irónico que te asfixie algo que anteriormente te salvó, como también lo es que ciertas costumbres empezaran a transformarse en augurio cada vez que te dabas la vuelta.
Son esos días que pides un alto bien claro y realizas el recuento de daños y desperfectos los que suelen -contra todo pronóstico- ser los más vacíos.
No es sencillo ver que, aunque la balanza se incline a tu favor (a veces incluso parece que realiza una reverencia) no se sienta de ese modo. Qué más dará lo que uno vea, diga o piense si luego siente todo lo contrario.
Verás, hubo un tiempo en que los demás sentidos le declararon la guerra al corazón y aún no han llegado a una tregua. Se siguen poniendo la zancadilla delante de las escaleras esperando a que el otro caiga para poder proclamarse vencedor de aquello que desconocen. Porque nadie ha sido capaz de nombrar por lo que tanto tiempo llevan luchando por miedo a tener razón y no equivocarse.
Menudos cobardes. O valientes, según se piense.
Como si no hubiera suficientes colapsos en el corazón, también existen los mentales (más jodidos, pero menos dolorosos).
Como si no fuera demasiado saber de la existencia de la guerra entre ellos (a parte de la tuya propia).
Como si fuera necesario acabar tan dividida hasta no volver a encontrarse. Nunca más.
Menuda palabra el nunca, siendo tan rotundo y negativo
Menuda palabra el más, siendo tan esperanzador.
Y juntos, una jodida explosión.
Directo al pecho.

16/9/14

Bang.

No se necesita mucho para acabar herida.
Conmigo misma me basta
 me sobra.
Me sé las coordenadas de los puntos que me destrozan.
Ser cobarde va más allá de callarse lo que uno siente
 de no afrontar lo que uno necesita
-y no lo que quiere-
es saber lo que te destroza
y dejar que te mate
mientras sonríes.
Abrirse en canal
de piernas y corazón
y esperar.
Primaveras, versos, canciones.
Esperar a que llegue el día,
que elegiste para acabar contigo
sin excusas ni protestas.
Sin promesas ni desnudos.
Sin ni siquiera pensar
en la opción de salvarse.
Ser valiente no es escribirlo
ni decirlo en voz alta.
Es sentirlo.
Y dejar que te aplaste
si luego todo será el silencio que buscas
entre tanto ruido.
Es ser la bala que decidió pararse frente al objetivo y desviarse
a un candidato mejor,
dejar que sean otros los que te corten el aire
y te bailen el agua.
El lugar donde todos quieren matarse
para revivirlos luego
en forma de versos inmortales.

10/9/14

A tiro.

Me disparó cuando había mucho ruido,
pero yo solo oía silencio
a pesar de ser ausencia.
Tus ojos estaban ahí, intrusos
queriendo llenarlo todo.

Me convertí en bala,
porque herida fui tantas veces
que cicatrizo antes incluso
de entender que estoy
          perdida
Buscando el centro de la diana
aun sabiendo que nunca se me dio bien
acertar a ojo
y menos a corazón abierto.

Lo cierto es que aun se puede
escuchar el chasquido
y si te tapas ambos oídos
y cierras los ojos muy fuerte
puedes sentir como el aire
se corta
en la exhalada que fue el suspiro que diste
y del que yo tomé parte
convirtiéndome en disparo
más que en objetivo.

Podría haber sido yo
pero preferí que fueran otros.



28/8/14

Volver significa no haberte ido nunca del todo.

Lo cierto es, que contra todo pronóstico, no me he estado callando.
Ni perdiendo.
Ni tropezando.
Ni muriendo.
He estado viajando
en su espalda
por sus caderas
en su nuca.
He conquistado cicatrices que se las daban de olvidadas y estaban más vivas que nunca.
Y se han quedado, conmigo.
He bailado entre silencios y he creado mi nuevo vestido con sus manos.
Y he vuelto.
Para quedarme.




25/7/14

Que vuelen cabezas si quieren, pero yo de aquí no me muevo.

Es como tirarse al abismo esperando que a mitad de la caída se abra una ventana que me lleve hacia tu cama.
Como soplar las velas para pedir un deseo sabiendo que están apagadas.
Algo así como hablar de infinitos sabiendo demasiado de matemáticas
O utilizar la salida de emergencias como si fuera la entrada de tu casa.

Verás todo está siendo un desastre:
hace tiempo que perdí el zapato
-del norte no quiero ni contarte-
y siempre encuentro una excusa
para abandonarme al sur de cualquier ombligo
esperando encontrar allí 
todo lo que se me ha ido cayendo 
desde que el cielo se hizo añicos.

Lo cierto es que no escribo
y no es el miedo el que me frena
sino la sonrisa inquieta del espejo.
No espero que entiendas
lo jodido que resulta
tener de enemigo a una misma.

Ven, atrévete a perderte entre mis vacíos
que a esta caída invito yo
en la próxima herida ya ajustaremos cuentas
que por ahora no estoy en quiebra
aunque en el fondo haya añicos 
que juran ser cristales rotos
deseosos de clavarse
allí donde nadie entiende
donde parece ser más fuerte
el que actúa siendo un cobarde.

21/6/14

Me he tropezado tantas veces que he inventado un nuevo baile.

Dame un suspiro,
o un beso.
Dame lo que quieras, pero hazlo.
Ahora o más tarde
tomate el tiempo que creas necesario
pero no me dejes atrás,
eso nunca.
Creo que ya es hora de decirlo:
puedes venir cuando quieras
siempre y cuando quieras irte luego.
Y así hasta mezclar tanto las idas y venidas
que nunca sabré cuando es una despedida
y todo serán alegrías cuando vuelva a cruzarme contigo.
¿Sabes?
El día menos pensado empezaré a sentir de más
y a ver como solucionaremos esto
si solo querré salir corriendo
y tú estarás cansado de tanto irte.
Me encontrarías cuando girase a la izquierda
y me dirías que ya es tarde para planear una huida
que siempre sabrás encontrarme 
incluso cuando menos quieras verme.
O, tal vez, podrías cansarte
decirme que andas mareado 
de dar tantas vueltas en mi cabeza
que estás harto de intentar entenderme.
Te marcharías
y yo me quedaría mirando la puerta
esperando en cualquier momento
cruzarme con tu sonrisa una vez más.
Pero sería demasiado tarde.
Creo que voy a comprarme un reloj tan grande que no podré evitar llegar pronto,
 tal vez incluso llegue a tiempo.
Y me quede.

20/6/14

3,2,1.

Me ahogo.
Estoy a quince metros bajo mis miedos y nadie me enseñó a volar cuando te cortan las alas.
Quise cosérmelas pero hace tiempo que me abandonaron las palabras para crear algo de magia.
Es como pedirle a un superviviente que vuelva a ser el que era.
Lo cierto es que, no soy nadie sin lo que escribo.
Y
me
estoy
muriendo.
Lenta y dolorosamente.
Los segundos dejan de serlo,
ahora son horas
luego días
y semanas.
Y aquí solo reina el silencio, el vacío y un folio en blanco.
La tinta no corre, y yo hace tiempo que dejé de correrme en cada punto y aparte que trazo.
Te golpea y juro que este nudo no hay marinero que sepa deshacerlo.
Creo que no me había hecho tanto daño nunca,
y no sé cómo arreglarme.
No quiero nada
excepto
esto.
No volver a quedarme bloqueada,
ni muda
nunca más.
Por favor, una segunda oportunidad.
Nunca volveré a venderlas al mejor postor, lo juro.
Solo, devuélvemelas.



17/6/14

A medias (enteras)

Te he encontrado
a lo largo de mi vida
en un par de esquinas dobladas
de mi libro favorito.
Te he deletreado
en los versos de la canción
que siempre canto,
en las palabras de despedida
que nunca digo,
en los bares
a los que nunca falto
y en esta cerveza fría
que siempre pido.
Me has sonreído
cada vez que bailaba
entre los silencios que siempre llenan
este hueco que está deshabitado
desde que sus inquilinos tomaron el mando
como nunca supe hacer yo.

28/5/14

Tengo guardados bajo este vestido todos los besos que te he robado desde que apareciste.

Te he visto y desvestido
tan rápido 
que una vez juré verte desnudo
aun cuando seguías vestido.
Esta disonancia que estás creando
lleva tu nombre inscrito
en cada titubeo que tengo
y cada palabra que escupo.
Porque ya ni siquiera callo
desde que aprendí a ser sincera
una noche de sofá contigo.
Te he ido desconociendo
cuando más conseguía comprenderte,
y es ese vaivén de dudas
que se cuelan bajo mi falda 
los que hacen que me tiemblen las piernas
por cada quizás que callas
y yo sin embargo escucho.
Es ese sinsaber 
de mí,
de ti,
de mí contigo
el querer verte cuando te has ido
el hablarme cuando no he llegado.
Y es hoy
mañana
y ayer
y quizás nunca
o tal vez siempre.

6/5/14

Este baile es para mí.

Esto es el borrador de la despedida que debí sangrar hace demasiado tiempo.
Pero dime como podía hacerlo, si mis manos habían dado por perdidas las palabras y mis labios habían llorado su muerte para no tener que pronunciarlas nunca.
Pero esta sonrisa rota está cansada de bailarle el agua a su propio cementerio.
Ha empezado a coserse el costado sola con todos los silencios que violó para no dejar de asomarse (incluso cuando el sol dejaba de hacerlo).
Y está más real que nunca, ahora que pertenece a sí misma.
Supongo que este pecho se ha cansado de regar las flores que decoraban este idilio entre la soledad y el olvido.
Me pregunto por qué el sinónimo de cansado es roto, luego veo los hilos que cuelgan de mis brazos y lo entiendo.
Podría coserme una vez más pero no tendría hilo suficiente (eso de reutilizar lo intenté una vez con el corazón y fue toda una masacre) y he optado por dejarlo al aire.
Escuece pero ¡eh! está sanando (en algunas veo ya las cicatrices).
Debería darle las gracias a más de una sonrisa por su apoyo...
se de sobra que en primavera todo es más que nunca.
Lo cierto es que más que sangrar respiro de nuevo.

Me he hecho un vestido nuevo reciclando mis antiguos versos.
 De esos que dejan la espalda al aire y el mapa de lunares a la vista para quien se apode de valiente y se sumerja en la aventura que sería llegar hasta la tinta (esa que recorre cada centímetro de mi piel, formando versos por cada caricia). Pero qué caballeroso quedaría, quien se arriesgase a besar mi nuca esperando formar un revuelo y haciendo uso de su ingenio me susurrase ahí mismo que el candado esta medio abierto a la espera de las manos correctas para quitarlo de en medio. O cerrarlo para siempre.

Vísteme de musa,
que voy a regalarme todos estos versos
para demostrarme que cualquiera puede hacerlo
y que no soy diferente al resto.

4/5/14

Amor

Vienes tarde,
porque para llegar tuviste que irte
y para irte, primero deberías haberte quedado.

Voy a matarme en estos versos
que hacen que se me corte el aire
guardados tanto tiempo
-ahí dentro, donde nadie ha echado un vistazo-
que se han quedado sin voz
de tanto gritar por ser rescatados
y han acumulado tanto polvo
que ni un soplo de aire fresco
sería capaz de limpiarlos.



22/4/14

Te ha besado las cicatrices con tanta ternura que acabarás siendo charco (de lágrimas de alivio)

Corazón,
te escuché pararte durante una eternidad
aun siendo físicamente imposible
cuando una tarde de Abril
viste su sonrisa.
Pudieron ser milésimas,
segundos
o minutos
que quedaste mudo
y le regalaste tu silencio
a los hoyuelos que marcaban sus mejillas.
Vi tu sonrojo
del mismo color que su camiseta
te quedaste tan quieto
que creí que te habías vuelto estatua
-de piedra nunca, por más que haya intentado persuadirte-
Nunca volviste a vivir igual.
He contado los latidos que te sobran
pero nunca acaban las cuentas
con tu permiso (y sin él)
voy a regalarlos a aquellas personas que olvidaron
lo que era sentir un vuelco.
A ver si así dejas de saltar tanto
cada vez que lo beso
que un día tropezarás contigo mismo
y acabarás rompiéndote
otra vez
y será como empezar de cero
algo que nunca baja de cien
(y las matemáticas nunca se me dieron bien).



9/4/14

Nos hemos dado un tiempo las palabras y yo (aun sabiendo que nunca funcionan).

Hace tiempo que dejé de comprender como funciona la mecánica de los besos-de los versos ya ni hablo-.
Antes se escribían solos y ahora me los encuentro sentados como si hubieran vivido demasiadas vidas y estuvieran reposando. Pero cuando llego siempre es demasiado tarde o demasiado pronto para revivirlos y se quedan ahí sin ser tomados. Se encuentran en tierra de náufragos, por si algún día decido volver a pillarme el rumbo y, brújula en mano, me animo a rescatarlos. Me miran pesando que soy su salvación y no entienden que no hay mayor condena que entregarse a ciegas a quien no sabe ni situarse. Pero cómo voy a ofrecerles una salida, si ni yo misma atino donde está el norte o el sur desde que el mundo decidió pararse para darme un respiro-o más bien le obligué yo-. Que más que un reposo fue una bocanada de plomo.
¿Qué duele más: los versos que no llegan a ser creados o las personas que no son capaces de susurrarlos?
Se puede sobrevivir a base de besos-de versos no estoy tan segura.
Hubo un tiempo que a falta de papel, buena era la piel para escribirlos y ahora todo está en blanco.
Será cuestión de gotas y vasos que se creen vacíos estando medio llenos.
De medias tintas y destiempos.
Demasiados descosidos para tan pocas agujas e hilos.
Demasiados versos para tan pocas manos.
Siempre me gustaron los gatos pero nunca quise ser uno, hasta hoy. Tendría 7 vidas para matarme de las peores maneras posibles.
Una sería dejando de escribir.
Otra por amor.

26/3/14

Para mí.

Me hablas del tiempo, como si tuvieras algo que curar cuando a estas alturas lo único que falta es aire.
Y defines la primavera como un par de abejas que solo quieren sobrevolar a ras del suelo para encontrar a su capullo preferido.
Pero como voy a intentar convencerte de la sonrisa que veo aflorar en esos hoyuelos que son condena para más de un enemigo, si lo único que sé hacer es susurrar tu canción favorita para entrar en calor.
Si una vez, entre cubatas, me aseguraste que tu palabra favorita era cintura y desde entonces no hay día que no la nombre- incluso cuando aprieto los labios-.
Me pregunto si tras esos rizos que cuelgan por tu nuca siguen esos miedos de los que tanto te he oído hablar o se los ha llevado el viento. Ojalá pase un vendaval y se lleve también esta mueca triste que sobresale cuando no te veo bailar en la cocina. 
Verás, es algo complicado escribirte cuando cada gesto que haces es un nuevo verso que se escribe solo.
Eres poesía, aún cuando te niegas a formar parte de ella- y tal vez, sea esa la clave-.
Que es difícil escribirle a la persona que se encuentra delante del espejo, sobre todo cuando esta borroso.
Pero eres esa nube en calma que acaba siendo tormenta cuando menos me lo espero. 
Eres el primer día de playa, después de tantos meses sin pisar el mar.
Los primeros acordes de un piano.
Los últimos versos de un poema.

18/3/14

En primavera, las sonrisas son más sinceras.

Lo cierto es que no he vuelto a perderme,
y he dejado de necesitar señales por todas partes
para sentirme bien conmigo misma.
He regalado sonrisas que pensé que estaban en paro
y solamente esperaban el momento perfecto
para salir en primavera, donde todo es más bonito,
incluso yo.
Resulta que necesitaba abandonar las palabras
en el momento menos adecuado
para poder salvarme a mí
y qué bien me veo,
y qué bonita siento las vistas desde mi ventana
desde que todo parece ser lo más certero.
Será este sol permanente que calienta
los besos que mantenía congelados
y que están dispuestos a ser robados
cuando menos lo merezca.
O será esta sensación de plenitud
por tenerme a mi misma
cuando pensé que jamás volvería a encontrarme.
Qué maravilla, esto de la verdad y el amor
de las telas que caen y se olvidan.

24/2/14

;

Una vez creí entender el amor,
y hablé de él como si fuera una experta en el tema,
ahora entiendo
que no se puede hablar de algo que no comprendes
y menos utilizando las palabras que callas.

Creí abrazar y sonreír a su nombre,
y solo era esa necesidad de sentirse llena
que parecía robar momentos de fingida felicidad
para completarse.

Como aquella vez que desesperada,
 intenté reconstruir algo que había roto en trozos
 tan pequeños
que ni siquiera podía cogerlos con las manos.
Aunque eso no tiene mucho mérito,
siempre tuve las manos frías y pequeñas,
y el corazón ardiendo.
En ese especie de desequilibrio emocional,
me maté yo.

Siempre me encontraba entre desequilibrios,
con la de caminos que llevan a Roma
y yo elegí el que no tenía salida.
Pero si muchas señales,
cada una más contradictoria que la anterior,
entre el "stop" y "acéptalo" me he encontrado hoy.

Es algo así como intentar no escribir algo
y darse cuenta que es la única forma que hay
para enterrarlo.
Las palabras estaban cuando llegó
y seguirán aquí si se marcha
aún cuando no quede nada más que sentir
decir
o hacer,
nunca me faltaran un par de versos que decir en voz baja.

Hoy tampoco ha salido el sol,
me pregunto si también se esconde
o simplemente, da la espalda a eso que le esta gritando.






16/2/14

De un litro y medio (el otro se lo robaron, y no volvió a encontrarlo).

Esta es la historia de una botella llena de versos que nunca llegó a rozar el mar.
Tenía tanto guardado, que estaba formada de vidrio por si necesitaba estallar, no hacerse añicos.
Tenía alguna marca de carmín, ahí donde los deseos de más de una fueron pedidos en algún momento de debilidad. Ni siquiera ha intentado borrarlos, dice que el recuerdo de sus labios es la chispa que prende el fuego que no quema.
Se encuentra en la orilla, tan cerca que casi puede saborear el agua salada que lo rodea, pero lo suficientemente lejos para no poder sentirlo nunca.
Algo así como esos amores que se etiquetan de platónicos porque así es más fácil seguir siendo un cobarde.
Pero es valiente, dice. Porque lleva el peso de tantos momentos que casi puede sentir las abolladuras en su espalda. Y esa tinta que impregna cada trozo de papel que contiene, parece desdibujarse mientras espera, pero pasa tanto tanto tiempo, que ha empezado a llorar del desconsuelo y solo quedan manchas que parecen cicatrices en su piel.
Una vez se rindió, dejó de intentar avanzar y esperó a derretirse al sol, a ser pisada, enterrada en la arena o tirada en una basura. Esperó y se cansó de ello.
Contó hasta dejar de echar de menos, se destapó y tiró su corazón donde nunca pudiera encontrarlo.
Y la única conclusión que consiguió sacar de todo ello, es que no podía dejarse morir.
No podía abandonarse.
 Dice que se lee cuando necesita algo de consuelo, que ameniza el poder descubrirse un poco más.
Asegura que siempre consigue sorprenderse, que todavía existen miles de trozos de papel que no ha leído, y eso que lleva siglos esperando una cuenta atrás que nunca termina.
Incluso hay veces que cierra los ojos y ruega encontrarse con esas palabras que consiguieron sacarle más de una sonrisa (y algún que otro vuelco).
Dice que nunca sabe que va a encontrarse, y es ese detalle, el que le permite seguir creyendo.




31/1/14

Con el corazón encogido me escribo mejor.

Estoy segura de haberme roto al oírte llorar. Incluso me imaginé sentada recogiendo los trozos esparcidos por el suelo mientras te murmuraba que todo iba a salir bien. Se me atragantó hasta el aliento y por un segundo casi puedo jurar que el mundo se paró un instante melancólico por no poder contemplar la sonrisa tan preciosa que sueles regalar- incluso cuando no te quedan-.
Dejé de sentir porque me llené de ti tan de golpe que no tuve tiempo ni para protegerme. Y aquí estoy, echando betadine al corazón porque las tiritas buenas ya las puse en el tuyo (y no poder ser más frágil, incluso alguna vez aceptó todo mi peso cuando fui a buscarte creyendo no ser nadie).
Estaba preparada para cualquier cosa, menos para verte caer.
Sera por la manía que tengo de verte invencible por la sencilla relación que encuentro siempre entre las veces que te vi con la cabeza alta y las veces que hiciste como si no te doliesen. Entonces olvido que también pueden dejarte sin respiración por mucho que intentes coger aire.
Pero ríes y te quitas importancia.
Y me quedo callada con el nudo en la garganta, en el estómago y hasta en el alma, intentando decirte que incluso se siente rota tu sonrisa aun estando a kilómetros de ella.
No sé si lloro por ti o por mí por solo poder repetirte lo preciosa que eres, sobre todo cuando no callas y explotas.
Daría lo que fuera, incluso estas palabras y las que vinieran el resto de mi vida si así consiguiera aliviarte eso que te está matando.
Pero me hablas del tiempo como si pudiera curar algo que ignoras creyendo que así va a desaparecer o va a doler menos.
Y hay un momento que incluso me lo creo y cierro los ojos pensando que en cualquier momento los abriré y dejaré de recordar tu llanto.
Pero no ocurre.
Y, entonces, dejo de intentarlo.

26/1/14

¿Qué me está pasando?

Hoy me he hablado.
Me he obligado a sentarme, a mirarme fijamente- toda desaliñada y triste- y me he preguntado si esto es todo a lo que aspiro. Si no estaría de más pedir más de lo que recibo, si creo que soy merecedora de ello.
O tal vez sea ese el problema, creerme ser suficiente para tener algo que no puede compartirse porque, simplemente, no existe.
Aunque a veces, juro que creo verlo. Pero solo es mi reflejo, que se niega a abandonarte porque se ha acostumbrado tanto a nada, qué no sabe que será de ella si de repente, empieza a tenerlo todo.
Me he buscado, delante mía y solo he sido capaz de verte a ti, en el interior de esta mueca triste.
Supongo que a veces no está de más pedirme un poco de perspicacia y hacerme ver que no tengo tanto de lo que presumir, pero sí mucho que llenar, para que nadie-ni siquiera yo misma- sea capaz de descubrirlo.
Hoy me he sentado.
Me he cogido de los hombros agobiada de verme tan jodidamente ciega y solo he podido suspirar.
Me he gritado aquello que siempre tapo por miedo a oírlo y saber que es verdad y por eso no tener más remedio que aceptarlo e irme.
Aunque tal vez, ya esté empezando a empaquetarlo y tenga un pie más fuera que dentro- y eso que hace tanto frío que mis ganas de quedarme aumentan-.
Me he perdonado por las veces que creí hacer lo correcto cuando solo estaba haciéndome más daño.
Y me he escrito, largo y tendido hasta quedarme sin tinta, todas las palabras que he merecido y nadie me las ha dado.
Me he valorado y me he ayudado a levantarme.
No pienso volver a caerme, ni siquiera por ti.


12/1/14

Los domingos son demasiado traicioneros.

Creo que nunca te digo todo lo que te escribo, por miedo a que te lo creas y salgas por esa puerta y jamás vuelvas.
Pero te aseguro que podría llenarte de palabras hambrientas que tu mera presencia las saciaría.
Ojalá pudiera decirte que yo me conformo con tan poco, pero sería una estupidez por mi parte llenarme de ti tan rápido y no poder disfrutar de los jodidos días que parecen otoños cuando no estás cerca.
Llámame masoquista si quieres, pero jamás cambiaría los nervios en la boca de mi estómago cuando sé que voy a verte.
O simplemente llama. Y deletrea mi nombre en mi ombligo que ya saldaremos cuentas más adelante, cuando el precio de tu sonrisa esté tan alto que no haya tregua para negociar y me pidas aquello que no pueda darte - aunque de momento no haya encontrado el qué-.
Siempre pido más de ti para encontrar el equilibrio entre lo que me ofreces y me arrebatas - incluso hay veces que me siento más desnuda con la ropa puesta que sin ella-.
Como cuando te escribo.

Nadie me avisó de las idas y venidas del tiempo entre mis dedos intentando acariciarme como solo tú sabes hacerlo. Se para cuando no le sigo el juego y se burla de mi vanidad por pensar que te encontraré al abrir los ojos cuando me despierto.
Nunca acelera, dice que hay de sobra con mi corazón cuando creo que estás cerca.
Se aferra a los días intentando que no trascurran y se por el tono de la voz que calla que jamás a odiado algo tanto como a mi sonrisa cuando me levanto y pienso que hoy es un día menos.

A lo mejor debería escribirle de vez en cuando, para que deje de sentirse tan solo y deje de formar su propio invierno y  hacer de mis semanas terribles heladas - que empiezo a congelarme por dentro, y este sol no me aviva-.
O besarle para calentarlo.
Así, tal vez, adelantaría mi primavera y dejaría de tener la sensación de pisar hielo constante con temor a romperlo-o romperme- y hundirme.
Porque todos hemos sido invierno alguna que otra vez
a veces más de lo necesario,
pero al final
siempre ha habido alguien para calentarlo - o calentarnos-.






4/1/14

Las palabras que inventé porque nunca llegué a oírlas.

Verás, creo que me estoy volviendo cuerda.
Porque el único sentido que me encuentro,
es estar atado a ti,
aun provocándote magulladuras que luego intento
con desesperación,
curarte a besos.
Aun desintegrándome de tanto apretarte
para que no te marches
cuando prometes que vas a quedarte.
Que hace tiempo que dejé de estar loco.
Eres lo más cuerdo que he abrazado mientras dormía.

Verás, es complicado explicarte
que por más que intentes aflojarme
para no quebrarme y no romperte tu en el camino,
es ese intento absurdo de protegerme
lo que hace que no haya día que no agradezca
ser la soga de tu cuello.
Que podría matarme, tal vez,
pero tu manera de abrazar el suicidio
es lo que me mantiene vivo.

Que es ese afán en apostar por lo nuestro
aun teniendo las explicaciones suficientes para prenderme fuego,
lo que hace que me calme,
te mire y entienda,
que quien habló de libertad sin hablar de sentirse cuerda
nunca quiso hasta partirse el pecho.
Como haces tú, cada vez que me sonríes y no lo merezco.
O cuando te enfadas hasta rasgar la estupidez y sin embargo te beso.
Que si yo soy cuerda tú eres las tijeras.
Las cuerdas atan,
pero yo nunca te he sentido más libre.