Siempre pensó que las mejores historias de amor eran aquellas en
la que los protagonistas nunca acababan juntos y ellos no eran una excepción.
Tal vez, sin querer, se dejó llevar por ese patrón y por eso siempre tiene esa
sonrisa triste de alguien a quien le han roto el corazón demasiadas veces. O
puede que ella misma lo provocase, parece ser que es aficionada a los amores bomba, esos que cuando menos te
lo esperan estallan y te rompen. Por eso nunca está sola, creo que piensa que
si está rodeada de gente evitará que explote, o que tardará más en mandarlo
todo a la mierda e irse. Que viene a ser lo mismo.
Aunque según me
han contado, es ella la que suele acabar con todo desde esos quince centímetros
de tacón que siempre usa. Piensa que el amor
verdadero es aquel que empieza y en cualquier momento
cuando menos te lo esperas acaba, el que marca y luego es imborrable, el que
siempre te deja con ese quizás en
la cabeza esperando que en cualquier momento al cruzar esa esquina vuelva a
aparecer y a desordenar tu vida una vez más. Aquel amor que marchita aún
después de años de haber muerto, que no quieres olvidar simplemente porque
puede regresar y que se quiere porque sabes que nunca va a volver.
Ese que prevalece
de los demás porque es demasiado dañino y perfecto para reemplazarlo. Ese que
su ausencia te hace recordar por qué debió quedarse esas noches perdidas en la
ciudad mezclando el alcohol con las ganas y te hace dar gracias por su partida
cuando al sonreír a otras caricias decides que esta vez va a funcionar.
Me encanta. Tienes una forma de escribir que nadie más tiene, genial.
ResponderEliminarMuchisimas graciaas! Aii que fuerte yo llevo leyendo tu blog un montón de tiempo!
Eliminar