A este chupito invito yo

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24/3/13

Entre seda y encaje.

Me dejó un rizo de dudas y miedos que desenrollar y el trozo de lo que un día fue nuestra historia en una mísera nota mal escrita. Pero no se contentó con esto, de vez en cuando me tropiezo con alguno de nuestros recuerdos en los rincones más inesperados de mi habitación. Una parte de mí todavía espera reparar ese desliz que surgió como si de una carrera de tus medias se tratase, algo inútil como me solías recordar cuando las ganas podían más que nosotros mismos y acababan en la esquina de la habitación olvidadas. Y ahora, que el olvidado y roto soy yo, ya no compadezco a esas medias que después de tanto rozar tu piel se contentaban con esperar a ser tiradas cuando alguien se acordase de ellas. Al menos, ellas tenían la oportunidad de saber cuándo no volverían a recorrer tus piernas. Y en cambio, soy tan sustituible como una de ellas, incluso me atrevería a decir que buscarías unas más baratas y que diesen menos problemas, esas de usar-y-tirar que si tuviesen un solo descosido no dolería arrojarlas y buscar otras nuevas. Tiene gracia que algo que tanto me gustaba quitarte ahora me de tanto remordimiento tirar. Tal vez sea porque, ahora que no estás, entiendo ese reclamo que parecen gritar desde el suelo pidiendo una vez más que repares en ellas. Quizás tenga algo que ver con la indiferencia que mostrabas al pasar de largo y decidir que ya te habías aburrido de esas. O que necesitábamos que fuéramos necesarios en tu vida y no un simple complemento que a veces te pruebas y otras veces regalas.

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