A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

18/3/13

Llevaba las de perder incluso antes de conocerte.

Te busco.

Me busco y no te encuentro. Y en la mezcla que somos tú y yo (nunca nosotros) no alcanzo a comprender cuándo ni cómo sucedió todo esto. Te busco en cada suspiro que doy y cada sonrisa que regalo, en cada movimiento que hago, pero nunca tropiezo contigo. Me busco entre sonrisas que casualmente intentan parecerse a ti cómo sólo  pueden semejarse a algo demasiado auténtico. Como pasa en esos casos, siempre encuentro un  Made in China en la curva de unos labios que me hace recordarlo. Me busco en cada lugar que decidimos corromper con nuestros besos y sin embargo parece que cuanto más me acerco más desaparezco. No sé si estuve más perdida cuando lo estaba en tus sábanas o ahora entre estas páginas en blanco que me has dejado para martirizarme y recordarme  lo mucho que, aunque intentase negártelo, te necesitaba. Te busco en cada frase que escribo y por cada palabra que anoto parece desprenderse lo poco que me queda de ti.
Y llega un momento que ni siquiera sé que estoy ansiando descubrir que me tiene tan perdida.

Si eres tú.

Si soy yo.

Llega un momento que, simplemente, nos busco y eso que siempre supimos que nunca existiría porque no sabríamos como sobrellevarlo. Como cabe esperar vuelvo a encontrarme sin brújula que sepa indicarme aquello que tanto ansío localizar.

Primero pensé que los recuerdos harían de guía, se ve que un corazón roto y noches en vela pueden hacer del recuerdo una historia inventada muy divertida y me encontré en un momento de la partida que una no sabía si aquello que evocaba era verdad o solo un intento de curar pequeñas heridas.

Luego decidí que mi intuición valdría pero una voz en mi cabeza me dijo mientras se reía que, si hubiera tenido un poco de aquello que intentaba manejar, no estaría buscándote en esta taza de café vacía.

Al final, solo pude admitir a regañadientes y enfurecida que me rendía, nunca se me dieron bien los juegos de azar y como ambos sabíamos antes de incluso empezar, acabé rompiendo la baraja intentando jugar bien la última carta que me quedaba.Más destruye el juego que el fuego me dijeron. Yo ardía
Incluso ahora que admito mi derrota recuerdo esa sonrisa insolente que dedicabas segundos antes de ganar  y poner las cartas sobre la mesa. Tenías un don, todo hay que decirlo y tenías razón cuando me recordabas después de ver como me hundías: el ganador arrasa con todo, el perdedor se limita a ver como se lo quitan. El destino barajaba y nosotros jugábamos.

Supongo que tal vez por eso, ni si quiera me merecí una despedida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario