A este chupito invito yo

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27/9/14

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Tengo versos dormidos en la lengua esperando a ser despertados por tu boca.
Que cobren vida como lo hacen mis manos cuando estás cerca
o estos nervios que aflojan al compás de los andares que voy marcando cuando me miras.
Tengo manías que preferiría no contar
que hacen que gire la cabeza y me muerda la lengua
con tal de no llamarme estúpida
por acabar en el mismo sitio de siempre
donde todo encaja
menos yo.
Que esto se desmadra
Y no tengo suficiente sal para las heridas que va provocando esta sonrisa.
A ver cuando atinas y me callas.

24/9/14

Nunca supe quien era, así que "ser la de siempre" me parece una completa gilipollez.

Hay veces que tú sigues y es la vida la que se encoge pidiendo un respiro, incapaz de seguir el ritmo.
Te paras un instante- que para ti casi es un siglo- e intentas explicarle que nadie va a darle la bocanada de aire que necesita.
Suspiras-porque todo lo que a ti te sobra es lo que a ella le falta- y aunque tienes un par de palabras perfiladas en la lengua que dejarían sin aire a cualquiera, decides reírte.
Despilfarras todo el oxígeno que puedes y te grabas un "esto te pasa por puta" en la sonrisa de medio lado que le dedicas.
Luego, ella consigue calmarse y te alcanza en un par de zancadas y todo vuelve a ajustarse a su medida.
El aire se vuelve más pesado, las heridas más grandes y tú más pequeño.
Como si ese desliz nunca hubiera existido.
Como si después de tu gran logro, nunca hubieras vencido.
Te escondes bajo su falda, como el niño travieso que quiere ser un hombre y luego llora cuando la herida de la rodilla le escuece.
Y ella, tan enérgica, empieza a dar vueltas sobre sí misma intentando despistarte para que vuelvas a perderte en los sitios de siempre, con la misma gente, pero siendo distinto otra vez.
Gira, risueña y en algunos de tus intentos por alcanzarla consigues rozarle la cadera, el pelo, las manos.
Pero ella se deshace con elegancia perdiendo el interés de manera casi insultante y te da la espalda.
Te abandona donde siempre, siendo más desconocido que nunca.

De excusas y disculpas estamos todos llenos.

Lo cierto es que hay ciertos días que el corazón te pide un respiro y los pulmones son los que comienzan a latir.
Y todo lo desenredado comienza a complicarse de nuevo hasta formar el mismo nudo que te ataste al cuello aquella vez que decidiste que ya era suficiente.
Suena irónico que te asfixie algo que anteriormente te salvó, como también lo es que ciertas costumbres empezaran a transformarse en augurio cada vez que te dabas la vuelta.
Son esos días que pides un alto bien claro y realizas el recuento de daños y desperfectos los que suelen -contra todo pronóstico- ser los más vacíos.
No es sencillo ver que, aunque la balanza se incline a tu favor (a veces incluso parece que realiza una reverencia) no se sienta de ese modo. Qué más dará lo que uno vea, diga o piense si luego siente todo lo contrario.
Verás, hubo un tiempo en que los demás sentidos le declararon la guerra al corazón y aún no han llegado a una tregua. Se siguen poniendo la zancadilla delante de las escaleras esperando a que el otro caiga para poder proclamarse vencedor de aquello que desconocen. Porque nadie ha sido capaz de nombrar por lo que tanto tiempo llevan luchando por miedo a tener razón y no equivocarse.
Menudos cobardes. O valientes, según se piense.
Como si no hubiera suficientes colapsos en el corazón, también existen los mentales (más jodidos, pero menos dolorosos).
Como si no fuera demasiado saber de la existencia de la guerra entre ellos (a parte de la tuya propia).
Como si fuera necesario acabar tan dividida hasta no volver a encontrarse. Nunca más.
Menuda palabra el nunca, siendo tan rotundo y negativo
Menuda palabra el más, siendo tan esperanzador.
Y juntos, una jodida explosión.
Directo al pecho.

16/9/14

Bang.

No se necesita mucho para acabar herida.
Conmigo misma me basta
 me sobra.
Me sé las coordenadas de los puntos que me destrozan.
Ser cobarde va más allá de callarse lo que uno siente
 de no afrontar lo que uno necesita
-y no lo que quiere-
es saber lo que te destroza
y dejar que te mate
mientras sonríes.
Abrirse en canal
de piernas y corazón
y esperar.
Primaveras, versos, canciones.
Esperar a que llegue el día,
que elegiste para acabar contigo
sin excusas ni protestas.
Sin promesas ni desnudos.
Sin ni siquiera pensar
en la opción de salvarse.
Ser valiente no es escribirlo
ni decirlo en voz alta.
Es sentirlo.
Y dejar que te aplaste
si luego todo será el silencio que buscas
entre tanto ruido.
Es ser la bala que decidió pararse frente al objetivo y desviarse
a un candidato mejor,
dejar que sean otros los que te corten el aire
y te bailen el agua.
El lugar donde todos quieren matarse
para revivirlos luego
en forma de versos inmortales.

10/9/14

A tiro.

Me disparó cuando había mucho ruido,
pero yo solo oía silencio
a pesar de ser ausencia.
Tus ojos estaban ahí, intrusos
queriendo llenarlo todo.

Me convertí en bala,
porque herida fui tantas veces
que cicatrizo antes incluso
de entender que estoy
          perdida
Buscando el centro de la diana
aun sabiendo que nunca se me dio bien
acertar a ojo
y menos a corazón abierto.

Lo cierto es que aun se puede
escuchar el chasquido
y si te tapas ambos oídos
y cierras los ojos muy fuerte
puedes sentir como el aire
se corta
en la exhalada que fue el suspiro que diste
y del que yo tomé parte
convirtiéndome en disparo
más que en objetivo.

Podría haber sido yo
pero preferí que fueran otros.