A este chupito invito yo

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26/9/13

Le debo tanto y él sin saberlo.

Creo que lo que más me gusta de él
es cuando entra en alguna habitación
y sin darse cuenta de ello,
el tiempo se para unos instantes
para verlo sonreír.
Es tan ajeno a ello,
que mira el reloj para ver si llega tarde
sin saber que por él
se ofrecería gratuitamente a retrasarse o adelantarse
a su antojo.

Mirándole entendí
por qué el amor había desaparecido
en estos tiempos de necesidad.
Verás, es muy sencillo:
un día, de casualidad,
se encontró frente a él
y desde entonces,
no ha sido capaz de irse.
Se encuentra pegado a sus talones
esperando la oportunidad
para embaucarle 
como ha conseguido otras veces,
y escuchar como se rinde
ante su nombre.

A sus espaldas
-esa que tanto me gusta besar-
pactamos un acuerdo:
yo me quedaba sus noches y despertares
y le dejaba el resto del largo día,
mientras contaba los minutos
que me quedaban para volver a tenerle 
y suplicaba para que no se hubiera rendido ante su presencia,
como le ocurrió a mi corazón
hará ya demasiados poemas
que hablaban de él.

Sin embargo
aun no he sido capaz de decirle
que cuando le miro
los versos se escriben solos.
Incluso más de una vez
me ha salvado de mi misma
y todo casi por inercia.
Como quererle.

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