A este chupito invito yo

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16/5/13

Las dudas aparcadas donde no pueda verlas, por favor.

Cargo con el reproche de unos labios demasiado irresistibles y la voz de una conciencia tan sexy que una no es capaz de hacerle oídos sordos. Vengo con las prisas del ayer, colocada de promesas vacías y demasiadas letras huecas que buscan su dueño porque nunca fueron escritas. Y mucho menos pronunciadas. Entre caladas, como suelo encontrarme siempre que el mundo parece volverse un poco más ajustado que de costumbre (como ese vestido que no volví a ponerme por el olor a recuerdos) se escapa un poco de ese resentimiento que parece querer instalarse en mi rutina sin mi permiso. A través del humo soy capaz de verme, tan borrosa como estas dudas que me encarcelan. Tengo como inquilinos una clase de deseos que se niegan a pagar alquiler y han decidido vivir en mí aún después de haberles amenazado sobre hablar con mi conciencia sino se iban. Descarados como solo ellos pueden ser, se rieron ante mi amenaza y aquí siguen, susurrándome palabras cargadas de esa intención que parece recorrer mi piel cada vez que me miras. Qué voy a decirte, cariño, si todo parece dar vueltas, tan rápido y tan a descompás tuyo que no soy capaz de seguir el ritmo. Y poco importa lo que no está pasando, porque este bolígrafo parece gastarse antes incluso de empezar a escribirlo. Que el papel se me antoja algo tan vacío que prefiero escribir sobre la piel, allí donde al menos puedo sentirlo. Por cierto, me preguntan ciertos versos (que parecen haberse creado sin ni siquiera pensarlos) si pueden morir en la curva de tu espalda, allí donde fueron creados.


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