A este chupito invito yo

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7/5/13

Esto, cariño, es todo lo que tengo.


Son cinco los instantes que parecen haber conquistado mi mente desde que te conocí. El primero, sin duda, se trata de la sonrisa en esa tarde de Abril cuando, ajena a tu alrededor (y de mi descarada mirada hacia tu presencia) me sonreíste por error (aunque en mi opinión el único fallo existente de esa tarde fue no producirla yo). El segundo; tu reproche curvándose en ese ceño fruncido el día que, pobre de mí, decidí llamar tu atención a base de comentarios que, en mi poca humilde opinión, eran bastantes certeros. Al tiempo descubrí que no podía estar más equivocado. Tengo el tercero en la punta de la lengua, ahí donde tantas veces me guardé las palabras que siempre quise decirte y callé, esas que cuando menos me lo espero se acumulan de tal manera que me es casi imposible hablar (aunque tal vez sea que tú siempre tuviste cierta tendencia a dejarme mudo). Eres tú, remoloneando en ese espacio que desde que lo ocupaste empezó a tener algo de sentido: mi cama. Esa que parece necesitarte tanto como yo, aclamando tu atención porque a mí ya no me quiere. El cuarto es esa mirada, algo desconcertada, al darte cuenta de que me querías. Nunca olvidaré el momento en que lo dijiste, tan sorprendida por tu reacción, tan celosa. Tan bonita.
El quinto y último, la nieve en tu pelo, la felicidad en tus ojos y brotando por cada poro de tu piel. La risa más pura y hermosa que había escuchado en mi vida. Y era mía, eras mía.

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