A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

13/5/13

Breakeven.

Una vez entre suspiros oí que, cuando un corazón se rompe, nunca es capaz de curarse totalmente.
Que siempre hay pequeños huecos vacíos por donde el miedo y el recuerdo se pasean a sus anchas haciendo temblar los muros que intentan protegerlo sin mucho éxito. Me dijeron que, aún después de mucho tiempo esperando ansioso su cura para volver a sentir, no vuelve a latir de la misma manera. Que de vez en cuando, entre palpitaciones, ocurre un pequeño error que hace que su compás sea más rápido. Como si intentase regalar latidos a otra persona porque, de algún modo, saben que son de su propiedad. Pregunté, angustiada al comprender que ni aún medio roto me obedecería, si había alguna manera de mantenerlo bajo control. Me miraron, con ese reflejo de sabiduría que sólo una persona que ha vivido demasiado es capaz de portar y me aseguraron que, aún destrozado, medio arreglado e incluso casi totalmente sano, el corazón nunca atendería a razones. Que se volcaría al ver pasar a la persona que menos me gustaría ver, que se pararía al escuchar noticias que no querría oír y que sanaría con la persona que, en algún momento, fue causa de su destrucción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario