A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

16/4/13

Entre escalas intento asentarme.


Si de confesiones esto se tratase tendría que decir que siempre odié ese piano que conseguía apaciguarte como mis besos nunca supieron hacerlo. Envidiaba esa conexión que había entre esas teclas que tanto solías acariciar cuando tenías un mal día. Como si mis palabras (que se te antojaban un poco vacías, creo) las rellenases con esas notas que parecían salir de tu corazón ahí dónde siempre intentaba llegar y no había día que no me quedase en sus puertas. Y cuando escribías para él ¡qué mala me ponía! Ver cómo te centrabas tanto en esas notas que no eras capaz ni de captar mi mirada embobada viéndote seguir su compás. Y luego cantabas y tu voz hacía que cada poro de mi piel comprendiese por qué, aun teniendo ganas de zarandearte al entregarte a otra que jamás podría competir conmigo, te quería.

Más tarde, cuando conseguías poner mi piel de gallina al sentirte a través de ella como nunca llegaba a hacerlo cuando te tocaba, me sonreías. Y me perdía en esa timidez que te caracterizaba cada vez que volvías de ese mundo que tan extraño y lejano me parecía.

Te miraba a los ojos, te sonreía y te decía:

-Toca otra vez.

Porque si bien los celos parecían ahogarme de vez en cuando, ver tu felicidad ante esa mísera frase conseguía mantenerme siempre a tu deriva.

4 comentarios:

  1. precioso, el final épico...

    aquí tbn hay algo que leer, un abrazo:)

    ResponderEliminar
  2. Muy buena. Me he sorprendido más de una vez prendido a un piano... es cierto lo de esa conexión.

    -Escribe otra vez.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo me he sorprendido más de una vez prendida a tus textos, es un orgullo que me hayas comentado...
      -No dejes de escribir.

      Eliminar