A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

6/4/13

Cualquier despedida leyendo entre líneas esconde un "hasta pronto"


Voy a recorrer ese vestido tan corto que llevas-me dijo- y voy quitarme todas estas ganas que te tengo y me están volviendo loco.

Y yo, que hacía tiempo había admitido que el orgullo que tantas veces me había costado tragar había desaparecido, solo pude mirarle fijamente y preguntarme si esos hoyuelos que se le formaban cuando me miraba habían sido la causa de ello. Podría cerrar los ojos y aun así sería capaz de verlo tal y como estaba ahora. Mi piel parecía gritarme que hiciera de la distancia que nos separaba un juego y diera esos cuatro pasos que había entre los dos para callarlo de una vez. Me gustaría que alguien hubiera podido responderme a una pregunta que llevaba rondando por mi cabeza desde que apareció ahí, con esa mirada que hacía temblar los cimientos de cordura que había intentado construir para evitar descontrolarme en situaciones como ésta ¿Qué tan malo puede ser algo que antiguamente ya has perdido?

Podría rechazarlo, cerrar la puerta como si no hubiera estado ahí parado mirándome y no habría diferencia entre el ayer y el ahora.

Podría dejar de apretar mis manos como si ese mecanismo me ayudase a mantenerme indiferente y acercarme y volver cada momento extrañándole un mito.

O podría soltarte un discurso sobre la dignidad y todas esas palabras que solía repetirme a mí misma para evitar llamarlo cuando me hundía y que parecían haber desaparecido en cuanto volví a mirarle a los ojos.

¿De verdad duele dejar algo que hace tiempo que no es tuyo? 

Nunca tuve equilibrio. Tal vez por eso, en las decisiones que penden de un hilo solía caer en la respuesta equivocada. O como, según apreciaría la mayoría de las personas que se dedicaban a juzgar actos ajenos mientras mis manos recorrían su espalda, en las decisiones incorrectas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario