A este chupito invito yo

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27/6/13

De guerras y café va la cosa.

Tengo aquí presente, acumulado en un gran revuelo, la lógica que cogió vacaciones aquel día que me sonreíste. Realizó una lista ilegible de todo aquel razonamiento que decidí tirar por la ventana cuando te devolví la sonrisa. Incluso, como buen contrato, tiene la letra pequeña avisándome de todas las trampas a las que voy a someterme-y eso que ya estoy hasta el cuello- y exigiéndome algun que otro resultado que no podré rechazar. Tiene voz propia, cada palabra es susurrada por la conciencia que decidió que era demasiado fácil abandonarme y en las noches se cuela entre mis sábanas para hacerme compañía

cuando deberías ser tú.

Me explica con la voz demasiado dulce (esa que se utiliza para las malas noticias) que mi autoengaño va a llegar a su fin. Se burla de mi sonrisa tachándola de ilusa y me regala un punto de vista que nada tiene que ver con mi realidad. Recita todo aquello que creo conocer exigiéndome un poco de cinismo en el asunto y se adueña de mis sentimientos revolviéndolos hasta crear el caos. Me pregunta por qué si estando bien, sigo pensando que (me) estoy fallando y rebusca todas las dudas que se encuentran esparcidas por mi cabeza para unirlas y crearme un insoportable boceto. Y cuando parece convencerme de aquello que en un principio me parecía una desfachatez pensarlo, me grita inepta. Evoca esos motivos que antes pisoteó con un nuevo planteamiento y cuando la duda se vuelve problema y el problema no tiene solución posible, se marcha. Me deja en las trincheras sin saber si quiera que bando acoger, dejando a mi merced una guerra que hace mucho tiempo que se dio por perdida.

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