Nunca quiso creer en el destino pero siempre paladeaba su excusa cuando lo veía pasar, o cuando volvía a olvidarla. Decía que todos éramos dueños de nuestras vidas pero, en el fondo, no era más que un intento de acallar la verdad que la carcomía por dentro: hacía demasiado tiempo que había regalado su vida al jodido amor. Que no es lo mismo que decir a un hombre. Tenía cierta tendencia a amoldar causas perdidas (aunque más bien se amoldaba ella a éstas). Siempre supo que no sería feliz con un hombre, porque mucho antes de ellos ya se había enamorado una vez.
Fue de una simple idea. Se implantó en su cabeza entre libros y nunca consiguió olvidarse de ella.
No mendigaba amor, solo buscaba el calor de unas sábanas para poder dormir mejor. Y siempre sabía a la perfección que podía ofrecer a un hombre y lo que podía recibir a cambio. Siempre tuvo los pies en el suelo, sin poder volar a no ser que fuera entre caladas o gracias a una botella que vaciar.
-Nunca vivió el amor, pero entre sábanas encontró más realidad y calor que otras que se dedicaban a hablar en su nombre.
Perfect.
ResponderEliminareste comentario, te aseguro que lo es.
EliminarIncreíble. Me has dejado sin palabras.
ResponderEliminarMuchísimas gracias,sin palabras me quedo yo cuando leo cosas así.
Eliminar