-Me dijo que me quería
-¿Y luego qué pasó?
-Nada.
-¿Cómo que nada?
-Se fue y nunca volví a saber de él
-Estas de coña ¿no? ¿Y tú que hiciste?
-Me fumé un cigarro.
-¿No lo llamaste ni lo buscaste para pedirle explicaciones?
-Haberlo hecho hubiera significado zanjar el tema para siempre y no podríamos volver a vernos con el pretexto de terminarlo.
-¿Y no hubiera sido más fácil que no se hubiera ido?
-Llegué a su vida diciéndole que le odiaba, me pareció justo que se marchara de la mía queriéndome
-¿Y ahora qué vas a hacer?
-Seguir con mi vida al igual que él seguirá con la suya y un día cualquiera me buscará y besará antes incluso de poder susurrar su nombre.
-¿Cómo estás tan segura de eso?
-Lo sé, porque fui yo quien apareció con una botella medio vacía y un cigarro lleno de carmín reprochándole no haberme encontrado antes. Y eso que ni siquiera me conocía...
-¿Y ya está? ¿Esa es la explicación que vas a darme? Como tú te presentaste y él se marchó piensas que algún día volveréis, ¿no?
-Me buscará como debería haberlo hecho la primera vez en vez de jugar con el azar. ¿Y sabes por qué? Porque en cualquier momento se palpará el bolsillo y leerá el adiós que intentó pasar por alto.
-Ibas a dejarlo antes de que te dejara a ti ¿no?
-Que va, le proporcioné la excusa que necesitaba para volver. Se fue porque sabría que yo, de algún modo, haría que me quisiera, una vez más.
Me gusta el desarrollo de la conversación. Cuando solemos dejar un asunto como ese a medias, esperando que vuelva y que nos lo explique todo, incluso que vuelva para quedarse, podemos esperar toda una vida y que eso no suceda.
ResponderEliminarUn abrazo.
http://retales-de-mis-noches-de-insomnio.blogspot.com.es/
Muchas gracias! Muy cierto pero es casi inevitable no esperar una segunda oportunidad en asuntos como esos, se hace incluso inconscientemente creo yo, un beso.
Eliminar