A este chupito invito yo

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26/2/13

Ni contigo ni sin ti.


Su historia siempre se basó en el tópico: o todo o nada. Nunca dieron oportunidades a los términos medios. O se querían, o se odiaban. No había nada más simple que eso, o eso pensaron ellos. Que no era una relación sana era algo que ambos sabían, siempre habían apostado muy alto. Nunca le daban un respiro al corazón que, un poco confuso, no dejaba de sentir sensaciones contradictorias cada poco tiempo. Era un tira-floja constante. Y en medio de ese torbellino de sentimientos que eran ambos, siempre encontraban una especie de paz y felicidad, como solo ellos podían encontrar.  Algo que para ellos era demasiado simple, para otros se volvía algo complejo y extraño e incluso más de una vez intentaron hacer que entrasen en razón porque, en vez de quererse se estaban destruyendo uno al otro. Y, aunque parecían personas masoquistas que proclamaban a los cuatro vientos ser dueños de su autodestrucción, sabían  desde un principio que nunca podrían empezar de cero. Porque en ese tipo de relaciones que a la par te eleva a lo más alto que te consume, pasa a ser un vicio del que no puedes (o no quieres) escapar. Un perro que siempre se muerde la cola, un bucle infinito, de los que no se sabe ni el final ni el principio.

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