A este chupito invito yo

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21/2/13

Dicen

Dicen que, desde ese día, no volvió a probar el café. Que ya no andaba descalza bajo la lluvia cantando a pleno pulmón una canción que (al parecer) solo él y ella conocían.No volvió a ponerse un moño, pues decía que siempre esperaba unos labios en la nuca o un mordisco bajo sus orejas que nunca llegaba. Ya no dibuja, cuentan que cada vez que lo intenta siempre acaba dibujando su mirada o, peor aún, sus recuerdos.Tampoco podía describir su perfil con palabras.Porque sí, también escribía.Y mientras escribía lloraba, reía o suspiraba. Pero es uno de los vicios que tuvo que dejar cuando se marchó, no volvió a dibujar con palabras ni a describir con dibujos. El único vicio que no ha dejado es el tabaco, siempre está fumando, y entre caladas se pierde en sus pensamientos y parece buscar algo entre la gente de su alrededor. Pero nunca lo encuentra, porque siempre frunce los labios se encoge de hombros y sigue fumando. Al parecer cuando se fue, no solamente se llevó los recuerdos, también una parte de ella. Eso sí, le encantan las galletas saladas, dicen que siempre tiene un paquete en el bolso para, en los momentos de debilidad o vete tú a saber cuándo, abrir el paquete y coger una galleta y sonreír. Incluso podría decirse que parece estar retándole a alguien a que lo evite. Quien sabe que juegos se traen entre manos ella y su pasado. Está condenada. Y cuando alguno se lo dice ella simplemente se queda mirándote fijamente, con esos ojos marrón chocolate y dice con simpleza: desde que lo conocí supe que siempre iba a estarlo.

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