A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

12/1/14

Los domingos son demasiado traicioneros.

Creo que nunca te digo todo lo que te escribo, por miedo a que te lo creas y salgas por esa puerta y jamás vuelvas.
Pero te aseguro que podría llenarte de palabras hambrientas que tu mera presencia las saciaría.
Ojalá pudiera decirte que yo me conformo con tan poco, pero sería una estupidez por mi parte llenarme de ti tan rápido y no poder disfrutar de los jodidos días que parecen otoños cuando no estás cerca.
Llámame masoquista si quieres, pero jamás cambiaría los nervios en la boca de mi estómago cuando sé que voy a verte.
O simplemente llama. Y deletrea mi nombre en mi ombligo que ya saldaremos cuentas más adelante, cuando el precio de tu sonrisa esté tan alto que no haya tregua para negociar y me pidas aquello que no pueda darte - aunque de momento no haya encontrado el qué-.
Siempre pido más de ti para encontrar el equilibrio entre lo que me ofreces y me arrebatas - incluso hay veces que me siento más desnuda con la ropa puesta que sin ella-.
Como cuando te escribo.

Nadie me avisó de las idas y venidas del tiempo entre mis dedos intentando acariciarme como solo tú sabes hacerlo. Se para cuando no le sigo el juego y se burla de mi vanidad por pensar que te encontraré al abrir los ojos cuando me despierto.
Nunca acelera, dice que hay de sobra con mi corazón cuando creo que estás cerca.
Se aferra a los días intentando que no trascurran y se por el tono de la voz que calla que jamás a odiado algo tanto como a mi sonrisa cuando me levanto y pienso que hoy es un día menos.

A lo mejor debería escribirle de vez en cuando, para que deje de sentirse tan solo y deje de formar su propio invierno y  hacer de mis semanas terribles heladas - que empiezo a congelarme por dentro, y este sol no me aviva-.
O besarle para calentarlo.
Así, tal vez, adelantaría mi primavera y dejaría de tener la sensación de pisar hielo constante con temor a romperlo-o romperme- y hundirme.
Porque todos hemos sido invierno alguna que otra vez
a veces más de lo necesario,
pero al final
siempre ha habido alguien para calentarlo - o calentarnos-.






1 comentario:

  1. Cristina, me ha parecido una descripción preciosa.
    Me encanta como escribes, transmites los sentimientos y haces que los sienta y me identifique.
    El dilema entre escribirle, o no, es algo tan común como el miedo al fracaso, o a la verdad.
    Un besazo y te espero en mi blog :)

    ResponderEliminar