Corazón,
te escuché pararte durante una eternidad
aun siendo físicamente imposible
cuando una tarde de Abril
viste su sonrisa.
Pudieron ser milésimas,
segundos
o minutos
que quedaste mudo
y le regalaste tu silencio
a los hoyuelos que marcaban sus mejillas.
Vi tu sonrojo
del mismo color que su camiseta
te quedaste tan quieto
que creí que te habías vuelto estatua
-de piedra nunca, por más que haya intentado persuadirte-
Nunca volviste a vivir igual.
He contado los latidos que te sobran
pero nunca acaban las cuentas
con tu permiso (y sin él)
voy a regalarlos a aquellas personas que olvidaron
lo que era sentir un vuelco.
A ver si así dejas de saltar tanto
cada vez que lo beso
que un día tropezarás contigo mismo
y acabarás rompiéndote
otra vez
y será como empezar de cero
algo que nunca baja de cien
(y las matemáticas nunca se me dieron bien).
"voy a regalarlos a aquellas personas que olvidaron
ResponderEliminarlo que era sentir un vuelco"
eso me ha volcado a mí.
Amo la mención de la sonrisa, yo las puedo interpretar pero ninguna se parece a la primera. Me encanta como escribes y lo que vives .
ResponderEliminar