A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

5/7/13

Algún día acabarás conmigo.

Siempre creí entender que el peor miedo posible era quedar en el olvido. Pero ahora, que observo como mis manos tiemblan a causa del simple pensamiento que es escribir no estoy tan seguro de ello. Qué me has hecho, que el temor a decir más de lo que niego salga a la luz parece aumentar en proporción a tu sonrisa cuando me miras. Páralo, ahora mismo. Deja de volverme loca y quítame todo (incluso el alma) pero deja en paz a mis ganas de inventarte. No te pertenecen, es lo poco que no deberías poder quitarme y sin embargo me estas robando algo que ni yo misma entiendo. Quiero que me expliques porqué siempre te encuentro entre palabras que no deberían ni siquiera rozarte, cuando releo aquello que he plasmado y te encuentro escondido con esa sonrisa de medio lado que me dan ganas de matarte.
O más bien besarte-.

Me gustabas más cuando te sentía menos, cuando no era capaz de verte entre frases que a mi juicio parecían inocentes y tu espalda no se asomaba al final de cada punto y aparte.
Como un eterno abismo-,

Me asustaba menos cuando podía controlar mi pulso, cuando todo era más fácil y menos complicado porque eras unos labios bonitos a los que besar. Y lo único que podías quitarme era el aliento.
Aunque sigues consiguiéndolo-.
Me odiaba más cuando nos mirábamos sin vernos, cuando sonreíamos sin los ojos, cuando hablábamos callándonos y los besos ajenos sabían a abandono.

Llámame idiota, por sentirme como me siento, aun teniendo heridas que se niegan a terminar de cicatrizar. Pero siempre fui de cometer errores tontos y, al final, de agradecer más de un estúpido tropiezo.
Y si tú eres el mayor de ellos, dime donde firmo,
que de perdidos al río
y si hay que matarse,
que sea en tu pecho, chico-.


No hay comentarios:

Publicar un comentario