A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

4/11/13

Noviembre siempre cala hasta los versos.

Desvestirse es más fácil que desvivirse por alguien.
Tal vez por eso siempre tengo la sensación de llevar demasiada ropa.
Verás, siempre fui un poco cabezota en aquello de elegir caminos hacia la felicidad.
Solía tener esa tendencia a disfrutar de mi caída cogiendo el más complicado-que no siempre significa el más certero- y a la hora de la verdad siempre acababa equivocándome.
Y es que, amor, nos engañaron como tontos con eso de que lo que tiene fácil acceso no es tan necesario (o tan placentero obtenerlo) y nosotros caímos en picado.
Y ahora es un poco tarde, o demasiado pronto para cambiar(me)lo.
Así que aquí me tienes, sin saber qué está pasando y por qué empiezo a tener la sensación de que podría quitarme alguna prenda más para estar más satisfecha.
Que Noviembre ha entrado demasiado frío y no estás aquí para dar calor.
Y las penas calan los huesos tan rápido que voy a acabar rompiéndome en mil pedazos, y tú lejos sin volver a mirarme una segunda vez cuando me crees pasear por las calles de allí.
El problema, cariño, es que empiezo a vestirme con menos capas, por aquello de terminar más rápido con la helada que está comenzando en mi cama (y la escarcha empieza a acumularse en mis labios para no poder nombrarte).
Y sigues ahí, sin saber que estoy dejando de (des)vivirte tan rápido que voy a terminar matándote un día mientras tomo café. Y cuando ocurra será como el Tack que secunda el Tick.
 Un suspiro y desapareceré y te preguntarás por qué me dejé todo el armario al partir sin comprender que estaré empezando a coger la vía fácil.
Por una vez.


No hay comentarios:

Publicar un comentario