A este chupito invito yo

Síguenos en Twitter

11/8/13

De perdidos al río. O en ti.

Verás, creo que es hora que comprendas que guardo todos esos besos que me negué a darte por el simple placer de verte fruncir el ceño. Los tengo en reserva por si alguna noche decides que ya es demasiado tiempo y apuras el vaso decidiendo que ya es tarde pronto para empezar algo nuevo (aunque dudo que se pueda empezar algo sin haber terminado-o incluso comenzado- otro anterior). También creo que deberías saber que hay momentos que tengo que morderme el labio para que no se escapen. ¡A saber que pasa por tu cabeza al verme evitando algo que es casi necesario! Nada excesivamente bueno y qué placentera es la maldad si viene de tus ojos negros.

 Ojalá alguien sea capaz de explicarme cómo puede una no perder sus bragas cuando te acercas (o peor aún, cuando te ve marchar) o como evitar buscarlas una vez olvidadas e intentar seguir con su vida como si no hubiese muerto durante unos minutos.

Aun así tengo un par de dudas que parecen no querer borrarse y me pregunto si llegado el momento no me encontraré entre tu espalda y la pared- que jodidamente bien suena eso- y tendré los bolsillos vacíos porque una vez más me robaste mientras dormía. Pero dudaría mucho que el mayor de mis problemas fuera ese robo, sino más bien como evitar perderte si una vez más habrías conseguido despistarme hasta no ser capaz ni de condenarte por esos besos de más que para mí siempre fueron más bien insuficientes.

Intentaría retenerte dejándote marchar para ver si así mi falta de latidos provocaría una arritmia en el tuyo, o un vuelco, o un suspiro, o cualquier cosa que hiciera que te detuvieras una última vez y me miraras. Y todo habría acabado-o empezado- cuando los milímetros dejaran de escocer y toda aquella palabrería sobre abandonarnos no fuera más que el eco de algo demasiado molesto como para escucharlo. 
Todo volvería a tener sentido, si es que, gracias a ti, en algún momento tuve facultad de poseerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario