Lo cierto es, que contra todo pronóstico, no me he estado callando.
Ni perdiendo.
Ni tropezando.
Ni muriendo.
He estado viajando
en su espalda
por sus caderas
en su nuca.
He conquistado cicatrices que se las daban de olvidadas y estaban más vivas que nunca.
Y se han quedado, conmigo.
He bailado entre silencios y he creado mi nuevo vestido con sus manos.
Y he vuelto.
Para quedarme.
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