Lo siento.
He olvidado cortarme la lengua y estoy colapsando entre tanto silencio.
Podríamos haber sido recuerdo pero no soy más que un intento de olvido permanente.
Estas manos se están deshaciendo ante otro tacto y el reloj, cansado de seguirme la corriente, ha decidido volverse río para tener una excusa y arrastrarme.
Soy la consecuencia de creerme solución cuando siempre he sido un problema.
Quisiera volverme vacío para que tengas una razón para nombrarme una vez más.
Porque he dejado de existir desde que no me pronuncias y me conviertes en presencia.
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